martes, 13 de marzo de 2012

Movimiento .

Nunca nadie le dijo nada. Nunca nadie se atrevió a contradecirla. Ella que siempre estuvo rodeada de miles de personas y decenas de prestigiosos de la moda, ansiaba quedarse dentro de su departamento y cerrar todas las ventanas. Nadie sabía por qué.
Su vida no fue fácil, salir de aquel pequeño mundo donde se cruzaba a diario con caras de niños nuevas y llegar, al día de hoy, a no tener que compartir más que el reflejo de su cuerpo en una foto, la llenaba de alegría puesto que, al paso en que su vida iba avanzando, no tendría que volver a sentir esos ardores en el estomago por la falta de un poco de sopa para almorzar. Esos días habían quedado atrás.
Era un día más, su teléfono sonaba, y la contestadora respondía avisando que la famosa modelo no se encontraba disponible. Se cansó del sonido del aparato. Prefirió desconectarlo. Se sentó en el piso de su living y, bajo la suave sensación de soledad que la obscuridad de su hogar emitía, retiro retiró de su bolsillo un cigarrillo, lo prendió con la delicadeza que la caracteriza y cerró los ojos. Allí su imaginación comenzó a volar.
La pared se encontraba escabullida entre miles y miles de más de ellas, su cuerpo empezó a hacer una metamorfosis y sus más íntimos sentimientos comenzaron a afluir. Su mente transformó todos los colores pasteles de la vivienda en diferentes estilos de grises y pequeños detalles en tonalidades raras, como un poco de rosado y verde. 
Sus recuerdos iniciaron una aparición por la memoria de la mujer, haciendo que esta dejara rodar por su delicada tez blanca grandes gotas de agua que mueren en el parquet , aunque este ya no tenía el tramado que habitualmente tenía la madera. Hoy todo se veía raro.
Horas y horas, pasó tendida en el suelo, fumando y llorando, con el ruido del viento que chocaba contra las persianas. La tormenta que se avecinaba obligó a la joven estrella a recomponerse. Tomó fuerza, se levanto levantó del piso y se dirigió a lavarse la cara. Luego busco algo para tomar y salió a comprar algo para comer. A la noche, ya tranquila en su sillón, las lágrimas reaparecieron pero esta vez no por culpa de las imágenes pasadas que volvían a la actualidad. Esta vez, se hicieron presente por un sentimiento de culpa, un sentimiento que era mas más grande que ella y que le daba a entender de cómo, mas allá de su edad, tenía miedo a los obstáculos de la vida, y que tomando atajos momentáneos no llegaría a convertirse en una persona hecha y derecha. 
Instantáneamente que, su cabeza terminaba de entender lo que sucedía, su cuerpo se encontraba caminado hacia el rincón nuevamente, se sentó en el mismo lugar, y acompañada por el sonido de la lluvia, volvió a encender otro cigarro y otra vez se dejó perder en el maravilloso mundo de la fantasía, que para ella era su única amiga.  

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